lunes, 14 de mayo de 2012

EL ARTISTA Y SU OBRA


El artista sueña una noche con un proyecto y casi no puede dormir pensando en cómo volverlo realidad. Sueña con colores, con líneas, con sombras, con trazos ligeros. La inspiración espera por él. Entonces despierta a media noche, se incorpora y piensa en sus instrumentos de trabajo. Y va a dormir de nuevo.


A la mañana siguiente, toma un café a prisa y sale a su estudio. Allí, mientras espera la cita, revisa otra vez los trabajos de otros artistas; no para copiar (en el arte todos debemos algo a alguien) sino para ver el alcance de los demás y así darnos cuenta dónde estamos. Y es allí donde comienza el reto con uno mismo. Hay que superar aquellos trabajos (la vida es un continuo desafío), superar lo que ya hemos conseguido. Nada se detiene. Las aguas del río no son las mismas cada segundo. Igual nosotros. Cada instante nos acercamos más a la esencia de lo que somos, y el arte tiene más de constancia y disciplina que de inspiración. Igual la vida sencilla de cada día.

Aquel continúo desafío a nuestra rutina, de cara a los nuevos proyectos es la energía que llena la vida, junto a una dosis diaria –tal una tableta- de entusiasmo; porque lo contrario es monotonía, quejas y envidia (sin sueños). He aquí algunos ejemplos de inspiración y constancia, aún en las cosas más sencillas.